miércoles, 29 de octubre de 2008

TAMIZ TEOLOGICO

Por: Jean Aschroft Gilford




Dios tiene supuestamente una voluntad directiva o “decretiva” y una voluntad permisiva. Entran dentro del campo de su voluntad “decretiva” toda clase de eventos que no dejaran de ocurrir bajo ninguna circunstancia, y en su voluntad “permisiva” ocurren hechos que el simplemente deja pasar. Pero todo esto es una suposición, dado que Dios a nadie le ha dicho tal cosa. Toda esta teoría esta basada en una serie de deducciones y suposiciones muchas veces diseñada para “ayudar” a Dios, ayuda que El, sin duda, no nos ha pedido, y que la mayoría de las veces provoca mas males que bienes. Eso no quiere decir, que dicha suposición sea necesariamente sin valor, solamente quiere decir, que no debe darse a una suposición, el carácter de la cosa definida y definitiva.

Para que se vea que no estoy totalmente en contra de trabajar con cierto nivel de teorizacion diré que, la teología, por ejemplo, es un mal necesario, al cual podemos comparar a la arbitraria división de la Biblia en capítulos, versículos y sub-secciones tituladas, es un mal necesario porque sin estas divisiones seria mucho mas difícil recitar, memorizar, estudiar y citar la Biblia; al mismo tiempo, estas divisiones inexistentes, hacen que la posibilidad de romper con la estructura del discurso y provocar énfasis, distorsiones de sentido y objeto que jamás tuvo en mente el autor; pero bueno, humanamente hablando era imposible hacer lo uno sin correr el peligro de lo otro. Del mismo modo la teología, es un acercamiento de la mente humana, al pensamiento de Dios, a fin de dar explicación a situaciones que no están del todo claras en la Escritura, no se trata simplemente de una serie de comentarios sobre pasajes escogidos para el ego personal del que los escribe y para el cerebro holgazán que los va a digerir. La teología es mas bien un esfuerzo intelectual para estructurar, sistematizar y “armonizar” las Escrituras. El problema, como ya lo hemos dicho anteriormente, es el hecho de que se procura en muchos casos dar una explicación, desde una perspectiva que no siempre toma en cuenta ciertas barreras, ciertos límites. Hay casos en la Biblia, en los que buscar una explicación a ciertos fenómenos, declaraciones o actuaciones es sin sentido, dado que probablemente el autor divino no tenía el propósito de que esa declaración, o acción se entendiera en lo inmediato.

Uno de los casos que más tensión crea es el de la soberanía y presciencia de Dios, versus el libre albedrío. Ni siquiera hay la necesidad de preguntar ¿Lo puede Dios realmente todo? O ¿Lo sabe y predestina Dios, realmente todo? La respuesta no nos elude, al contrario, nos abruma, Dios finalmente lo sabe y arregla todo. Lo que si podemos preguntarnos es: ¿Es el hombre realmente libre? Si lo es, en que forma y medida lo es, y si no lo es, o tiene una libertad limitada, en qué sentido y medida es responsable de sus acciones, si como el mismo apóstol Pablo argumenta: “si nadie ha resistido jamás su voluntad, ¿Porqué pues inculpa de pecado? ”.

Fieles al buen método, veamos el desarrollo de la doctrina clara y ampliamente expresada en toda la Escritura.

Sin embargo cuando pasamos a examinar al hombre y su libertad hallamos lo siguiente: en Edén el hombre fue creado para un propósito el cual le fue claramente expresado en un mandamiento:
a-deben multiplicarse
b-deben someter la tierra y todo lo que en ella habita.
c-no deben tocar el árbol de la vida del bien y del mal.

Las dos primeras partes del mandamiento no parecen un mandamiento en si mismo, pero si lo son. No era algo a lo que el hombre debía ni podía oponer resistencia. No se trataba pues de un consejo amistoso o de una sugerencia o un anhelo sujeto a la decisión del hombre, se trataba más bien de la respuesta ineludible a un plan maestro.

Para que veamos la implicación de obligación solo tenemos que observar lo siguiente:
El hombre fue creado por Dios capaz de reproducirse, como sabemos, la seducción, la atracción sexual forman parte del proceso reproductivo. A Adán se le hubiera hecho imposible decidir resistirse a su deseo sexual, mas temprano o mas tarde aun cuando hubiera querido resistirse —para lo cual no parece haber ninguna razón inteligente— habría terminado ineludiblemente uniéndose a Eva, no quizás para procrear, sino para satisfacer su deseo sexual, y de paso, una causa aparentemente secundaria hubiera traído a la realidad la causa principal, la reproducción, el mandato de Dios, se habría cumplido entonces.
Someter la tierra, por otro lado, tampoco era algo a lo que el hombre se pudiera resistir, por diseño estaba programado para ello, su cerebro vino equipado para aprender hasta el infinito, para inquirir, observar, crear y conquistar, por lo mismo, ya en la primera o quizás en la segunda generación de hombres veríamos el fenómeno de la jerarquía al que contribuiría como primer factor la longevidad, el derecho de primogenitura, el ingenio y el esfuerzo personal. Como se ve, dos aparentemente simple órdenes eran de principio imposibles de esquivar, Dios normalmente nos manda hacer lo metafísicamente estamos equipados para hacer y todo lo que a su predeterminado plan ayuda. En algunas ocasiones nos manda hacer lo imposible pero eso lo veremos mas adelante.

Antes de proseguir veamos más o menos como podríamos asimilar la “organización de los decretos de Dios” usando la palabra “decreto” en este caso no significando lo que en la teología comúnmente esta apartado para este termino, sino mas bien referido ahora este termino a la “lógica” del proceder de Dios. Si tal cosa pudriera ser posible.

Dios no puede ser desobedecido, por lo menos, no esencialmente, es importante entender aquí como uso este termino debido a que la Escritura habla consistentemente de la desobediencia del hombre y responsabiliza directamente al hombre por su rebeldía y por las consecuencias en otras palabras, nada ni nadie puede hacer oposición a Dios sin que a su vez tenga consecuencias por ello. Si Dios pudiera ser esencialmente desobedecido Dios esencialmente no pudiera ser soberano y por lo mismo no calificaría en la definición de Dios. (Que Dios perdone tanto atrevimiento de mi parte).
Lo que quiero decir es que la tolerancia a la desobediencia seria una muestra de debilidad por un lado, de carácter pusilánime por otro, de tendencia anárquica por otro, y de disputa del poder y la soberanía de Dios, entre muchas implicaciones todas negativas y por lo mismo, negaciones de la naturaleza perfecta de Dios. Así que las criaturas pueden intentar oponer resistencia, Pero como no son esencialmente libres, su intento tiene consecuencias: Dios las castiga.

El hecho de que Dios pueda castigar la desobediencia es una de las mayores pruebas en contra de la “libertad” como algunos la conciben, no se puede ser libre, y a la vez carecer de capacidad. Si no puedes hacer lo que quieras sin que a su vez ello tenga consecuencias negativas, eso no se puede llamar libertad. Todavía esa cualidad fuera anarquía y libertinaje, seria la libertad del libertinaje, por su puesto que, la naturaleza benigna de Dios se explica también, por el hecho de que, seria imposible la existencia de un universo ordenado y sustentable mediante un sistema anárquico, sencillamente el azar, la anarquía y el despropósito conduce inexorablemente a la destrucción, por lo mismo la bondad es la naturaleza sustancial de Dios, el no se puede separar de ella, ni ella de el, porque el es ella y ella es el. Esta cualidad es solo de Dios.
Las criaturas no eligieron a Dios para que las gobierne, Dios no les preguntó si querían ser gobernadas, Dios, pues ejerce su magistratura sobre sus criaturas por derecho de creación, las criaturas les pertenecen por de hecho no se pertenecen así mismas, son propiedad de Dios, esa es la misma razón por la cual puede haber un infierno donde Dios envía a los transgresores de su ley, porque el tiene no solo el derecho de reprobar, y de castigar, sino también el derecho de destruir si lo quisiera y el de alinear en el infierno, porque todo es suyo.
Así pues el castigo es la respuesta unilateral de Dios, operando en su soberanía, para dar una respuesta a una condición intrínseca dentro del diseño humano, el ser humano es capaz de ser contestatario, pero no es libre puede desde su propio punto de vista, desviarse del camino que según el es el que Dios trazó delante suyo y de hecho lo intenta, y a sus ojos se escabulle, pero en esencia, solo hace un berrinche, porque el sigue el camino que le fue trazado de antemano, pero como hace una disputa publica al camino que se le traza, como desafía la autoridad máxima, es castigado, no por desviar la senda o tratar de torcerla porque esencialmente no puede torcerla, sino por manifestar públicamente su insujeción y rebeldía



Ahora bien, lo que sigue puede ser conflictivo, porque las dos anteriores partes del mandato se cumplieron porque por diseño debían ocurrir así, luego este mismo principio no debería de aplicarse a la cuestión del “árbol de la vida de la ciencia del bien y del mal” yo creo que no, pienso que seria una incoherencia total. Parte del diseño y programación original era el que el hombre comiera del árbol, el que comiera ayudaría al propósito original y redundaría en una serie de consecuencias secundarias.

Una de ellas en primera instancia que el hombre fuera siendo consciente de que fue creado inferior,
De que estaba diseñado para ser superior
De que valorara en toda su plenitud los conceptos de “bueno” y “ malo”
De que contrastara mediante la experimentación lo infinitamente excelso de la grandeza y bondad de Dios.
Versus la infinita maldad capaz de ser albergada en el corazón humano
De que experimentara y valorara en su justa medida la indescriptible sarta de miserias que resultan de un corazón que no reconoce a su hacedor


Esto es así, porque no es posible, por definición, que Dios haya de antemano diseñado un plan sucesible al “fracaso”, sin que dicho “fracaso” hubiera sido originalmente parte del plan.

Así pues, Dios sabia que pecarían, pero digo mas, Dios planifico la caída, porque todo ello al final coadyuvaba al plan principal. Dios no es reo de su propio infierno por ello, primero porque El es soberano, segundo, porque “quien ha resistido jamás su voluntad” tercero porque su plan es perfecto y nada escapa a su planificación, de este modo Dios no planifico el pecado como una causa primaria sino como un consecuencia directa de la causa primaria. Dios mando al hombre no comer, a sabiendas de que dicho mandato el detonante, para que comieran, no es cierto que si no comían sucedería algo más, eso es una falacia, y una incoherencia total, Dios no tiene un plan B debajo de la manga.
Por diseño el hombre estaba inclinado a comer del árbol, sin que comerlo implicara en este caso pecar (me explico) no estoy diciendo o negando lo innegable, que el hombre al violar el mandato de Dios haya pecado, no jamás de los jamases, lo que digo es que, la comezón por saber y conocer el bien y el mal y mas allá eran parte intrínseca del diseño humano, no así quizá, la prudencia, la continencia, y otras cualidades que le vinieron después de aprender por experimentación la imprudencia y la incontinencia.

Dios dijo que no coman, sabiendo que comerían, y habiendo planificado que lo hicieran, y cuando lo hicieron no es que lo haya descubierto, es simplemete que el plan prosiguió, tal como había sido planeado.

No hay pecado en decirle a alguien que no haga algo, que de todos modos sabemos que lo hará, no hay nada de malo en advertir a alguien que no haga algo porque tendrá consecuencias que nosotros anticipamos a crear a fin de lograr un propósito definido.







OTRO TRATADO
EL VALOR DE LA SANGRE
LA OBEDIENCIA




La sagrada escritura nos dice que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado. También nos dice que toda desobediencia es pecado. Sabemos así mismo, que Adán y Eva pecaron mediante la rebelión, la codicia, y otros males relacionados todos fundidos en un mismo accionar, el accionar de la desobediencia, la transgresión de los claros mandatos de Dios.

Cuando se analiza la prueba a la que Dios sometió a la primera pareja se ve claro que el objeto de prueba no era relevante en si mismo, pudo haberse tratado de una roca sagrada, un determinado arroyuelo del que no se podía beber, o una rosa perenne que no se pudiera arrancar, el objeto era indiferente, excepto en cuanto al carácter didáctico del objeto escogido, si es que tenia alguno. Dado que casi cualquier cosa puede tornarse codiciable con solo mencionar la palabra NO LO TOQUES.

Los mandamientos adquieren magnitud dependiendo de quien los establece. Solo establece mandamientos quien tiene fuerza para hacerlos cumplir mediante la coerción, un mandamiento sin poder coercitivo, se convierte en una mera declaración de intenciones. Es bien sabido que Dios había demostrado al hombre hasta cierto punto que tenia poder. Se había presentado ante él como su creador. Cuando el hombre abrió los ojos por primera vez no sabemos que fue lo primero que vio o a quien vio, quizá estaba junto a si el Ángel de Jehová, aunque nos parece poco probable. O tal vez, simplemente escuchó la voz de Dios después de un rato. Lo cierto es que esa voz hablaba de todo lo que rodeaba al hombre como suyo, y dado que todo era de su propiedad y creación suya, tenia el poder y el derecho para delegar autoridad sobre todo lo creado.

En el hebreo bíblico nombrar además de simplemente poner un nombre tiene una implicación de propiedad y de pertenencia. “He aquí llamo Dios a lo seco tierra y a la reunión de las aguas mares” Dios llama a las cosas por nombre como el quiere porque les pertenecen. Como una forma de mostrar al hombre que Dios realmente esta delegando autoridad sobre él le da la potestad de ponerles nombre a los animales, Dios reservó parte del evento post creación para el hombre; nombró todas las cosas en términos generales, pero un acercamiento más particular lo dejó en manos del hombre.

La relación que Dios mantenía con el hombre era armoniosa, aparentemente nada ocurría que rompiera la calma y el equilibrio reinantes en el Jardín del Edén. Los roles parecían estar claros:
Dios era alguien diferente de todo lo conocido, no tenia cuerpo, no era visible, pero era una realidad presencial. De una u otra forma la voz de Dios llenaba la ausencia de un cuerpo visible.
Dios tenía poder, siempre se presentaba así mismo como el propietario.
Dios era feliz, no parecía necesitar nada, lo sabía todo y hacía todo cuanto quería.
Dios por lo mismo era dueño, establecía reglas y anunciaba castigos.

Pero hasta ese momento no había incursionado ningún tipo de actividad violenta en el entorno; entonces el hombre ignoraba la ira de Dios, aunque conocía el termino castigo, pero solo en términos teóricos. Dios hasta ese entonces no había probado que era capaz de hacer cumplir sus demandas. Por lo tanto, el hombre podía verse tentado a desafiarle. Pero Dios no ha tenido ocasión de mostrar su poder persuasivo y correctivo aunque sabe que muy pronto lo hará. El hombre, por su parte, no ha despertado a la realidad de que puede intentar cuestionar a quien se presenta ante si como superior y desafiarlo. Y no ha despertado a dicha realidad porque no ha habido en la necesidad hasta el momento. El hombre es feliz con lo que ve, con lo que oye, con lo que tiene, y con lo que da, y la palabra necesidad no existe para él, pues en este momento histórico realmente no le falta nada.

Hasta que otra voz, pero con cuerpo, llama su atención procurando desacreditar a la primera voz, esa primera voz que hasta aquel momento era la única voz, aquella voz, que, hasta aquel entonces había sido suficiente para proporcionarle toda clase de bienes todos palpables; pero que por su puesto, a cambio ejercía supremacía mediante la coerción de: “mira, si haces esto luego te pasa esto”

Así que la segunda voz, la de Satanás, procura desacreditar la voz de Jehová. Asi que el hombre ha sido advertido de que la primera voz no le ha dicho todo, de que pudiendo darle mas cosas las retiene caprichosamente y de que teme perder su supremacía si ellos descubren la clave del poder que se halla en precisamente aquello que se les ha prohibido tocar.

Aquel fruto, bonito o feo, grande o pequeño, rojo o blanco, estaba en el contrato desde el principio; pero de buenas a primeras una de las partes ha decidido quebrar el contrato unilateralmente, sin previo aviso, sin mesa de discusión y de manera alevosa. Una de las cláusulas del contrato, establecía en su párrafo dos b, que la muerte, una situación del todo desconocida para el hombre, tendría lugar el día que hubiera una violación al contrato, decimos desconocida, a menos que se admita que, la muerte tenia manifestación en alguna forma en el Huerto del Edén. El hombre sabia en teoría que era la muerte, pero no lo había experimentado, sabia también en teoría que era el castigo, pero no lo había vivido, conocía el amor y lo bueno, pero no había visto jamás la maldad, así que no tenia plena conciencia de lo que tenia entre manos, no tenia un paralelo eficaz con el cual comparar y contrastar su inmensa felicidad a fin de que la supravalorara. Lo único que conocía hasta entonces era la obediencia y sus resultados. Así que un día el hombre decidió violar el contrato, se vistió de boy scout y se aventuró a la mar, aunque no esperando encontrar lo que halló.

Buscaba saber lo que la primera voz, la voz de Jehová había rehusado decirle, esperaba talvez adquirir poder y quizá encontrase con Dios en aquella esquina inmaterial en la que se ocultaba y silbarle, “hey tú Jehová, no me querías decir el secreto, pero, no importa, mi amigo Satanás me dijo todo” ¡Como te quedo el ojo!”
Pero aunque su piel se veía exactamente igual que antes de comer el fruto y el aire en la piel no se sentía diferente un extraño sentimiento jamás experimentado antes empezó a bombardear su mente. Era la culpa. Ese sentimiento comenzó más o menos cuando la conversación iba por: “no es cierto, de todos los árboles podemos comer, menos del árbol de la ciencia del bien y el mal, porque Dios nos ha advertido que moriremos si lo hacemos”
El asunto empeoró cuando sabe Dios usando que artimaña la mujer convenció a su marido para que también participara, y se terminó de desmoronar, cuando los armoniosos sonidos del Huerto y el dulce trinar de las aves tornaron en ruidos espantosos porque la mente ya estaba predispuesta al mal, cada eco era la presencia de Dios, la primera voz, pues la segunda voz hacia rato ya no se oía, por más que llamaron al Diablo para que les respondiera por haberlos estafado, por más que le dieron voces, la segunda voz no respondió; y no podía ser de otro modo, la segunda voz estaba en el cielo, llevando un recado ante la primera voz:
¡Mira lo que le hice al rey de la tierra, le arrebaté su corona, ahora yo soy el príncipe! ¡Lo ves, te dije que gobernaría de cualquier forma!

Es entonces cuando Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, las tres voces omnipotentes, que forman la única e inconfundible voz que inspira reverencia y respeto conforme al plan preestablecido actúan para adoctrinar al hombre sobre el fundamento del poder de Dios. Hasta ahora el hombre no sabía si Dios, era el único Dios, o si era el único poderoso, o si simplemente era medio poderoso, o poderosito, ahora el hombre iba a aprender por experimentación que cuando Dios dice: NO HAGAS, no solo expresa un deseo, sino que también está dando una orden, y que cuando Dios dice: “si no haces esto te pasa esto” es porque de cierto tiene con qué responderle a los pretendidos desafíos, porque para él no hay tales.


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